sábado, 11 de noviembre de 2017

Reto: Diagnóstico participativo


Antes de comenzar el diagnóstico voy a intentar responder a las cuestiones:

¿Cuál es la finalidad de la transformación?
La finalidad será crear un espacio más acogedor y con mejores condiciones de trabajo para los alumnos y los profesores. Tener en cuenta un aspecto muy descuidado en la educación, por lo general. Poner en evidencia el enquistamiento de una metodología que no tiene en cuenta la gestión del espacio y que se basa en una clase magistral donde los alumnos sentados en fila no tienen más estímulos que los que aporta el profesor a través de su discurso o a través de la pizarra (digital/no digital).

¿Qué perspectivas vas a recoger?
Voy a preguntar en un primer momento a los alumnos, después a mis compañeros y en último lugar a la dirección del centro en aquellos aspectos que puedan ser modificables.

El instrumento elegido ha sido la pregunta directa.

A mis alumnos: ¿Os gusta la clase?, ¿qué cosas cambiaríais en ella?
A mis alumnos, en general, les gusta que la clase esté llena de imágenes de arte, les entretiene. Aunque la mayoría considera que las imágenes son muy neutras y apenas aportan estímulos. Las propuestas fueron un poco extrañas, como pintar la clase de rojo. Para algunos la cantidad de imágenes era excesiva. Todos coincidimos con que las condiciones de luz y de sonido no son nada buenas en el aula.

A mis compañeros: les cuestiono la posibilidad de modificar mi aula para hacerla más acogedora. Cuando comento que realizo un curso sobre gestión del espacio educativo, un compañero comenta que ese curso lo deberían hacer los equipos directivos y no yo, que no lo soy. Su respuesta me desilusiona. Otros compañeros están de acuerdo con que las condiciones de luz y sonido no son las adecuadas. Sobre el exceso de imágenes en mi aula algunos están de acuerdo pero piensan que su finalidad era la creación de un museo de imágenes de arte para los alumnos. Las imágenes fueron enmarcadas en cristal y atornilladas en la pared, por lo que va a ser muy difícil poder modificar las condiciones del aula.

Al conserje: le comento las posibilidades de cambiar las condiciones de sonido poniendo paneles colgados en la pared, forrados con hueveras. No le gusta la idea y considera muy difícil colgar esos paneles (el techo es muy alto). Le comento la posibilidad de aumentar la luz abriendo una ventana del lateral y me dice que esa ventana apenas aporta luz y que no vale la pena. Ante esto, desisto de pedirle más modificaciones. Me comenta que se ha pensado bajar la techumbre para mejorar las condiciones de sonido pero ahora no hay dinero.

Mis conclusiones son que:
Quien quiso convertir la clase en un museo de arte lleno de imágenes neutras de la edad antigua y moderna no tuvo en cuenta aquellas imágenes que más estimulaban a los alumnos. La cantidad de imágenes es excesiva y parece un horror vacui. Quién lo hizo permanente (atornillando las imágenes a la pared) no tuvo en cuenta que vendrían otros profesores con otros criterios pedagógicos. La visión de la historia que muestra el museo es imperialista y centrada en el hombre. Las dos únicas mujeres que aparecen en el museo no son protagonistas de algún proceso histórico sino que muestran su cuerpo desnudo como modelos para pintores hombres.

Es muy difícil realizar cambios en las condiciones de luz y sonido cuando el que construye el edificio no las tiene en cuenta y luego existe poca voluntad para modificarlas. La pizarra digital se puso de manera que los alumnos se encuentran de espaldas a la luz.

Podría realizar algún cambio como: reducir las imágenes que no están atornilladas (son pocas), poner plantas en la clase para que sea un poco más alegre, cambiar la disposición de los pupitres cuando no utilice la pizarra digital (mejorando la luz y la acústica). Crear un espacio de biblioteca al fondo del aula también sería una opción posible.




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